Muchas, muchas veces he estado o me he puesto, en el papel de víctima. Desde el sentirme la niña diferente/invisible en el colegio o trasnochando en el trabajo porque un jefe creía que la única manera de hacer las cosas era a su manera o cuando me doy cuenta que el 95% de los colegios de la ciudad no cumplen ni el 5% de las expectativas de lo que yo quiero para mis hijos y tantas situaciones de victimismo más en mis relaciones diarias.
No tengo claro en que momento decidí que el entorno era hostil. Que, como era inútil luchar por la aceptación, era mejor aislarme. Porque el entorno de mi niñez no era ni la mitad de hostil hacia mí como yo lo era hacia él. Mis compañeros de colegio no eran malos, ni crueles conmigo. Eran simplemente niños. Y yo desde mi arrogancia de creerme madura y “buena” me hice a un lado, nadie me rechazó, yo me creía muy buena para ellos. ¿Quién es entonces la víctima y quién el villano? De alguna manera hoy sigo sintiendo que no necesito ser parte del mundo. El mundo es un lugar malo, hostil, superficial y yo en cambio soy buena, amorosa, trascendental. ¿De donde sale ese discurso arrogante y egoíco? Ese discurso que esconde tanto miedo.
Miedo…. Ese miedo que niego sentir…. Ese miedo que me muestran tan claro mis hijos cual espejo…. Ese miedo a un mundo hostil… Ese miedo a ser vista y tambien a no ser reconocida…. Ese miedo a ser exitosa y tambien a ser intrascendente….. Ese miedo a ser necesitada por otros y también a ser odiada. Escribiendo esto no me extraña haber vivido gran parte de mi vida de una manera tan tibia. Huir de los extremos me evitaba ser rechazada.
Reconozco hoy esta polaridad en mí: “ser una más” y “ser original”.
Y aunque hoy rechace a ratos esa “ser una más”, esa “tibieza”, reconozco su utilidad. Me permite evitar conflictos. En un conflicto entre dos personas, o ideas me permite ver las dos caras de la moneda.
Desde el lugar de víctima he sido antipatriarcal, antireligiosa, antisistema, anticonductista, antiautoritaria. Hoy reconozco que también hay en mí todas las características opuestas: patriarcal, religiosa, sistema, conductista, autoritaria. Y reconozco que mi lucha contra estos opresores externos no es más que un reflejo de mis propias luchas internas. Y al revisar mis luchas internas estas características y comportamientos opresores corresponden a una parte de mí que tiene mucho miedo. No me extraña que esos opresores externos se basen en el miedo en sus políticas y en su cultura. Y, no, no quiero sacar lo contrafóbico en mí al reconocer esto. Quiero reconocerme en mi miedo, vivirlo. Y decidir, en cada momento, si “el sistema” y su cultura del miedo me es útil o no, y reconocer para qué me es útil.
Ya no quiero jugar el juego de policías y ladrones, de los malos y los buenos, de víctimas y villanos. No me gusta el juego de las lealtades, de serle fiel a las ideas. No me gusta tomar partido. Irónicamente esto que se vé como tibieza, me hace original, los demás suelen tomar partido. Decidir no ser negro ni blanco no me hace gris, como juzgarían aquellos que se creen blancos, teniendo en cuenta que ninguna de las partes se ve a si misma como negra, como “villano”. Y no soy gris porque no me es indiferente, no es una actidud de “qué me importa” es una actitud de “entiendo esto y elijo esto otro, quizás mañana elija esto nuevamente”. Que me llamen variable, inestable, inmadura, qué más da.
Por eso hoy me hacen ruido frases como esta: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor.” Hoy no estoy dispuesta a alimentar el victimismo en nadie. No creo que a nadie le haga bien. Desde ninguna posición creo que la solución sea acabar con el enemigo, ni siquiera tratarlo mal. Quiero elegir libremente, basada en lo que sé, en lo que siento, no basada en lealtades ni en deberías.
3 Responses
Indignación, Resentimiento y Lucha | Aprender a Quererme
[…] quien piensa diferente, al que se equivoca, o al que hace algo políticamente incorrecto. Se sufre. Se juzga quien es víctima y quien villano. Se acaban amistades, se crean resentimientos, hay […]
Empatizar con «El Enemigo» | Aprender a Quererme
[…] parte cree que hay violencia en los activismos y la que no quiere identificarse con la polaridad de víctimas y villanos. A veces estos personajes internos conviven en paz. A veces […]
Victimista | Aprender a Quererme
[…] Desde hace tiempo he intentado revisar mi responsabilidad en las situaciones de «víctimas y villanos» […]