Publicación en proceso….
Hay palabras y frases que no me gustan…. Y por lo general son palabras que están asociadas a la moralidad. Creo que va más allá de la rigidez mental que me ha brindado mi enorme esfuerzo por ser y ser percibida como una “buena persona”. Porque creo que la moralidad y los valores no se enseña con sermones, ni hablando mucho de lo que uno cree correcto. Hay muchos mandatos culturales de lo que debe y no debe ser o hacer una persona. Muchos creen que esta bien, que eso da un orden a la sociedad, evita la anarquía. Y, a pesar de estos mandatos y leyes, no me siento autoregulada, porque en mis desbordes emocionales hago cosas que en realidad no quiero hacer. No veo a mi sociedad autoregulada, no veo el mundo autoregulado. Y veo valores y mandatos implícitos, por encima de las leyes escritas. Unos valores, o antivalores, tan sutiles que no son reconocidos.
Percibo a veces como si la autoregulación sea para las mujeres y los hombres tienen el permiso de no ser autoregulados. Por lo menos en lo que se refiere a sexualidad. He visto que se justifican violaciones a mujeres porque son “cosas de chicos” y “ella se lo buscó”. Ellas son la serpiente tentadora y ellos “solo” caen en la tentación. De acuerdo a la sociedad, la supuesta influencia de las hormonas en las mujeres las hace histéricas, volátiles. Según la sociedad a los hombres las hormonas los hace “machos, al parecer es una justificación para la no autoregulación. Para no entender un límite que le está poniendo la mujer. Existe la creencia de que cuando una mujer dice “no” es “si”. He oido comentarios de personas cercanas, y supuestamente sensatas y muy racionales que dicen: “Ella se lo buscó porque aceptó que él entrara a su casa”. “Pero si se estaban besando es que ella quería”. “Lo está acusando de violación solo para justificar lo que pasó porque luego cuando estaba sobria se arrepintió”. A veces, muchas veces, hasta las víctimas terminan creyendose las culpables.
Incluso no estoy segura que esta regulación basada en el miedo pueda llamarse autoregulación. Autoregulación sería si esta regulación fuera intrínseca, basada en nuestros deseos y sentires y no de manera extrínseca basada en mandatos, deberes y miedos que nos han enseñado ya sea a nivel familiar o a nivel cultural. Lo que en Gestalt llamaos introyectos. No estoy segura de que la regulación desde el deber, aunque sean deberes que he apropiado como propios, sea positiva para mí y para mis hijos, pues estoy de acuerdo con muchos de los planteamientos de Alfie Kohn sobre la autodisciplina
Lo hemos hablado repetidamente en el grupo de crianza, y coincido bastante con lo que plantea Ana María en su blog de Crianza y Gestalt . Creo tambien que estas cosas pasan porque no aprendemos a poner límites, porque permitimos tantas pequeñas violaciones, no necesariamente sexuales, con el deseo de ser amadas o amados. Creo que en parte porque definimos el amor como un dar más al otro que a nosotros mismos, nos criamos con la idea del amor sacrificado, de lo “bonito” que es hacer cosas para el otro por encima de nuestras necesidades, de nuestros deseos. Porque de alguna manera nos criaron para complacer a otros y no para complacernos a nosotros mismos. Dicen que “si realmente amáramos” no pondríamos tantos “no”. No creo que esto sea sano.
A mi aún me cuesta mucho saber que quiero, que me gusta y que no. Hablábamos con mi familia en estos días que en la adolescencia la música que nos gustaba era porque le gustaba a nuestros novios. Y este transgredir nuestros límites por amor va desde la más temprana infancia, con un ejemplo tan sencillo como la comida: “Aunque estés lleno o no te guste, come una, dos, o tres cucharadas más “por mamá”, o porque si no “me voy a poner triste”. Si, con el saludo se usa ese mismo “me voy a poner triste si no me das un beso”, o ese “por educación” debes dar un beso al saludar a ese señor o esa señora que te cae mal, o te cae bien y quieres mucho y hoy no la quieres besar…. Desde niños tenemos la responsabilidad de que los demás sean felices a costa de lo que queremos. Creo yo que esas pequeñas violaciones son el pan de cada día de nuestra infancia. ¿Como aprendemos así a autoregularnos? Si nos obligan a hacer tantas cosas “por amor” ¿porqué se espera que adolescentes y adultos digan “no” a un sexo queno quieren y no se dejen convencer por un “si tú me quisieras, lo harías? ¿No irá esto más allá de la castidad, la virtud y del hacerse respetar? ¿Como sabemos que algo está mal porque se siente mal, si desde pequeños debemos hacer cosas que no queremos, por encima de nuestros sentires, “por amor” o “por educación”?
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