¿Podemos hacer amor?
¿Podemos hacer paz?
Lo dudo.
Quizás podemos ser amor.
Quizás podemos ser paz.
Y es posible que aceptar ser todo lo contrario sea lo más sincero que podemos ser con nosotros mismos en algunos momentos.
En este momento quizás no sea amor o paz y como decimos los gestaltistas, está también soy yo.
¿Serán las «buenas acciones» suficientes para que el mundo cambie? ¿No sería suficiente con reconocer quienes somos en escencia? Dudo que promocionando acciones hacia la paz se llegue a la paz. Dudo que cambiando exclusivamente desde «el hacer» los cambios sean auténticos y profundos. Se pueden volver repetitivos, automáticos, sin que sean una expresión de lo que somos en escencia. Y acciones así dudo que nos acerquen a la consciencia, más bien nos alejan de ella… Por eso creo que promover un cambio en el mundo, cambiando solo acciones o comportamientos, no sólo es inútil, sino que nos aleja de la consciencia, del ser.
Quizás desde el ser, desde la consciencia, podemos generar acciones y comportamientos que sean auténticos y por tanto adecuados a la realidad que vivimos en el momento. Comportamientos que nos inviten a aceptarnos como somos,a querernos como somos. Comportamientos encaminados a satisfacer nuestras necesidades reales.
Mis cambios profundos no han nacido de grandes acciones, ni grandes esfuerzos, ni de inspiradoras lecturas o ponencias. Mis cambios profundos han nacido de la aceptación de mí misma, del dejar salir de mí esos personajes reprimidos y hasta odiados y reconocer que esa también soy yo. Por eso para mí son poco útiles los cambios que vienen desde un mandato o desde el esforzarse por ser mejor o por ser diferente.
Seguro, hay acciones o comportamientos que promueven la consciencia. Y creo que para que funcionen tienen que venir desde una invitación a experimentar, desde una invitación a descubrir-se. No desde un deber, ni siquiera desde una intención de mejorar.
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