Advertencia, la siguiente entrada tiene, entre otros “defectos”, juicios varios.
Me acusan de una intención de voto irracional, además de ingenua y hasta bruta. Y entro en el juego de responder, de defender mis posiciones. Como si no supiera ya que la verdad no es una sola. Como si no supiera que vemos el mundo no como es, sino como somos. Me acusan de que mi intención de voto es desde lo sentimental «como los animales» (irónico se me hace de personas que juzgo eligen a su candidato desde el «cerebro reptiliano», es decir desde el miedo, entre otras emociones básicas, de supervivencia).
Y me acusan de mal informada y respondo con adrenalina en mi sangre, con la ironía en la punta de la lengua.
Y bueno, elijo mi intención de voto desde mi experiencia. También desde mis propios temores. Desde mi formación ingenieril que calcula probabilidades.
Y bueno, hay tanto miedo al Castro chavismo que la más mínima probabilidad se considera inaceptable. Y las muertes del actual conflicto se justifican desde ese miedo. ¡Qué enorme poder le atribuyen! ¡Que desempoderados se juzgan a si mismos! Juzgo y juzgo.
Y se cree que el poder está únicamente en el control, en la lucha, en la violencia. Y, desde mis experiencias recientes, me he empoderado desde otro lugar. Desde la vulnerabilidad, desde el no tener que controlar, desde el permitirme fluir con el mundo.
El mapa no es el territorio y desde el lenguaje no siempre tengo la posibilidad de mostrar mi visión del mundo, mi mapa. Todos solemos defender nuestro mapa, creemos que es el más cercano a la realidad, sin darnos cuenta que es nuestro mapa y la realidad tan amplia que ningún mapa la puede reflejar completa.
Trato de describir mi mapa y recibo insultos, insultos que sólo «confirman» aquello que hace parte de mi mapa. Me reafirmo en mi posición y hay desencuentro. Y por una parte bueno, salir del personaje conciliador. Jugar con otros personajes, atreverme al conflicto. Y reconocer al mismo tiempo que todos son personajes, que no me definen.
Reconozco mi ser «mamerta». Así como también me reconozco «gomela» y clasista. Reconozco mi autoritarismo y mi sumisión. Me veo moverme en estas polaridades, las reconozco.
Y me alegra elegir y explorar nuevos personajes. Y me divierte observar cómo la adrenalina me invade, saber que en ese momento respondo yo también desde mi cerebro reptiliano, aquel que compite, aquel que quiere ganar.
Y bueno, ESTÁ TAMBIÉN SOY YO. Esta que crece al salir de su zona cómoda.
Gracias infinitas a esa némesis virtual con la que me desencuentro nuevamente. Ante situaciones así hoy puedo elegir crecer.
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