Conectándome con el gozo

with 2 Comments

Durante mucho tiempo de mi vida creí no saber bailar.
Mi primer contacto con el baile fueron unas clases de ballet. Yo estaba muy interesada hasta que empezó la clase. “Muévete así, más arriba, más abajo, párate derecha”. Algo así creo que fue esa clase, no recuerdo si hubo más clases. Recuerdo decirle a mi mamá después de eso “es que yo no quiero ser bailarina, quiero ser reina de belleza”. “Las reinas también necesitan saber bailar” fue la respuesta de mi mamá. Luego me llevaron a otras clases de baile tradicional colombiano que sí eran entretenidas.
No sé en qué momento creí entender que el mensaje de mi mamá a través de ponerme en clases de baile era “es que tú no tienes gracia para moverte” y quizás también “no quiero que tengas tan poca gracia para moverte como tengo yo”.
Llegó la adolescencia. En Colombia, y en particular en la costa, saber bailar es una habilidad básica para una adolescente. Agradezco a mi primo y a mis tías el darme las primeras clases. Había un pequeño inconveniente, la gente de la costa baila diferente a la gente del interior del país, yo vivía en la costa y mi primo y mis tías en el interior del país. Por suerte empecé a relacionarme con un grupo de amigos en el que no todos eran costeños. Aun así recuerdo al terminar una brevísima relación que un chico me dijo “al fin y al cabo yo no podría pasarla bien con alguien que no sabe bailar”.
En la universidad con un grupo de amigos salíamos a bailar de vez en cuando, lo disfrutaba inmensamente. Recuerdo haber pasado una noche entera bailando, sin una gota de alcohol en mi cuerpo, y en un estado de gozo y alegría. No me importaba si estaba sola o acompañada, si me veían o no, si bailaba bonito o feo,  yo bailaba y bailaba, me dejaba poseer por la música.
Luego llegó una época de rigidez mental. Y el baile era un placer demasiado mundano rozando lo pecaminoso y yo quería ser espiritual, iluminada.
Al salir de esa oscura época de mi vida me enamoré bailando y, aunque esa relación de 2 años no funcionó, recuerdo con nostalgia el poder disfrutar del baile en pareja. Por esa  misma época estuve por primera vez en Buenos Aires y en un boliche me dijeron “pero si bailás como profesional”. En ese momento recordé con cariño a la adolescente que “no sabía bailar” y lo lejos que estaba de ella.
Luego me casé, tuve a mis hijos y me distancié del baile hasta que hace 3 años empecé a asistir a clases de Movimiento Vital Expresivo. Y ha sido un proceso. Soy otra. Y él baile ha sido una parte importante de esa otra que soy. Bailando puedo permitirme ser. Ser sin calificativos. Bailando puedo explorar personajes, nuevas maneras de ser.
Y hace poco en un taller de Río Abierto fue mágico. Bailamos en un grupo de 3, turnándonos el dirigir el movimiento. Empecé el baile yo. La música inicial me conectó con mi lado Dionisiaco. Fue poderoso, fui poderosa. Y es increíble darme cuenta que soy poderosa permitiéndome ser poseída. Es la integración perfecta entre el poder y la sumisión. La música me poseyó desde el primer sonido, ocupé espacios propios que no reconocía. Moví mi cuerpo de maneras que creía no estaban en mí. Fui una diosa en ese momento, divinidad e instrumento de la divinidad al mismo tiempo. Estaba llena de gracia para moverme. Estaba invadida de gozo en estado puro. Me sentía llena de esa gracia que mi mamá no veía en mí y me metía en clases de baile para “compensar esa deficiencia”, según lo interpretaba yo.  No hay deficiencia. Nunca la hubo. Soy perfecta tal y como soy y en ese momento me sentía expresando mi perfección. Para tener gracia no se necesita aprender los pasos. Para ser perfecta no necesito hacer lo correcto. Para ser perfecta no necesito ser buena, ni inteligente, ni ningún otro calificativo. Para ser perfecta solo requiero permitirme ser, permitirme ser poseída de divinidad, de movimiento y de música.
image

Imagen: http://www.dancingbliss.com

2 Responses

  1. Luz Adiela
    | Reply

    Estoy conmovida, emocionada e impresionada con este bello acercamiento, reconocimiento y valoración de si misma. Es inspirador, es profundo y amoroso.

Leave a Reply