Soy arrogante

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Soy arrogante…
Si, lo acepto sin avergonzarme de ello…
Es uno de mis personajes favoritos… Quizás es de los primeros personajes de Gestalt en el que dije “Y esta también soy yo”. Decirle arrogante a Nico en el taller de proyecciones para luego reconocerme arrogante cambió radicalmente la percepción de mí misma. Y por eso hoy cuando alguien me dice es feo ser arrogante, no seas así, le digo lo siento, contra mi arrogancia no voy a luchar.
Porque desde la arrogancia me siento grande, me siento capaz, tengo la fuerza para mostrarme, puedo hablar duro y tengo la capacidad de poner límites a quienes me menospreciaran. Y estas son características que me son útiles a mí, tan acostumbrada a pasar desapercibida y esforzarme por no incomodar a otros. Tan acostumbrada a parecer invisible y a la rigidez que me implica intentar complacer a todos a mi alrededor y a las exigencias sociales.
Me reconozco arrogante también en sus características menos aceptadas. Me reconocí arrogante ya en ese mismo taller cuando juzgué a alguien de superficial (característica que en mí también ha traído grandes regalos). Me reconozco arrogante cuando me creo en un nivel de consciencia superior al promedio.
Me reconozco arrogante cuando no me atrae la venganza ni el “para que aprendan”, ni la violencia física o verbal como opción de respuesta a quien me ha agredido, porque me considero en ese nivel de consciencia superior. Me reconozco arrogante cuando me enorgullezco de poder ver a los comportamientos de las personas y ver su luz, o al menos poder ponerme en su lugar y tratar de entender los motivos detrás de su “mal comportamiento”. Soy arrogante cuando aún desde esa arrogancia de creerme en otro nivel de consciencia, no deseo no necesito que alguien se sienta menos para yo sentirme más. Soy arrogante cuando me dicen que algo que dije o hice les causa daño y les hago ver que lo que causó daño no fue mi acción o mis palabras sino su interpretación de ellas. Soy arrogante cuando me niego a cargar con las responsabilidades de otros. Soy arrogante, cuando alguien me habla de mis defectos feos por superar y yo en cambio los ensalzo y les doy amor a mis defectos, no haciendo caso de las recomendaciones que me hacen “por mi bien”.
Soy arrogante, lo digo con arrogancia. Orgullosa de ese personaje que también soy y que tantos regalos me ha dado.

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2 Responses

  1. Nicolas
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    Me parece que nada es malo cuando no es exceso, un equilibrio justo entre las cosas que parecen malas, pero tienen algo positivo, es necesario para crecer

    • aprenderaquererme
      | Reply

      Yo he encontrado hermosos tesoros en mis sombras, en aquellos rasgos que reprimía. Me gustan las palabras de Jung «Lo que niegas te somete, lo que aceptas se transforma». Y eso lo veo aún en mi desequilibrio ?.

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