Creo que la definición de espiritualidad no es única. Parece haber más de una definición de este concepto abstracto.
Ayer me dijeron que yo no era muy espiritual y se me hizo curioso, ya que yo sí me considero espiritual.
Soy agnóstica. Si. Eso para mí significa que no creo en un Dios creador, ni juzgador, ni que da y quita, ni está pendiente de lo que hacemos o lo que dejamos de hacer. En particular no creo en el pecado y lo considero un concepto perverso. No creo en el cielo ni en el infierno como consecuencia de nuestras acciones en esta experiencia humana. No estoy con Dios en una relación de jerarquía. No creo que le creencia en Dios haga, en general, a las personas más éticas o morales. También significa, para mí, que si la definición que tengo de Dios no es correcta, igual habré vivido mi vida de la manera más coherente, moral y ética dentro de mis posibilidades.
Y también soy panteísta, aunque pueda parecer lo contrario de ser agnóstica. Esto para mí significa que considero la energía universal, esa muchas veces físicamente perceptible para mí, Dios. Yo soy Dios, tú eres Dios, nosotros somos Dioses. O, al menos, fragmentos de Dios. Hay energía divina en toda la naturaleza ¿Creo en Jesús? No sé. Es un personaje manoseado por la historia y las religiones. Si existió, creo que era una persona en mayor conexión con su divinidad que la mayoría de nosotros. Y está entre nuestras capacidades tener ese mismo nivel de consciencia y conexión con la energía divina.
Y yo busco estar en contacto con la divinidad que soy. Buscando lo auténtico en mí. Reconociendo que cuando algo me molesta, en mí o en otros, hay una alta probabilidad que yo necesite aprender algo al respecto. No porque un Dios ajeno a mí me imponga ese aprendizaje, sino porque me permite ver partes de mi negadas que, si empiezo a explorar desde la libertad de elegirlas, me pueden hacer una persona más completa, con más recursos, con menos miedos. Es una elección, no una imposición divina. Una amiga me dice que “me doy muy duro” cuando algo que hace un otro me molesta y lo reviso en mí. Yo no creo que sea darme duro, es intentar ver lo que en el día a día no es evidente y me puede dar recursos para vivir de manera más integrada.
Tuve etapas en mi vida:
Fui también espiritual religiosa cristiana.
Fui también espiritual desde filosofías positivistas de la nueva era en las que debemos esforzarnos por ser sólo paz y amor.
Esas espiritualidades no me hicieron mejor ser humano. Incluso me hicieron daño. Y desde ellas era muy juzgadora de quienes me rodean Quizás simplemente no tuve los “maestros” adecuados para conocer su dimensión real. Hoy no las logro integrar en mí, las siento ajenas.
Hoy ser espiritual incluye explorar mis luces y sombras. No para acabar con las sombras. No para lograr aquel concepto abstracto de la iluminación. Tampoco la santidad.
Hoy para mí la espiritualidad consiste en reconocerme completa y llena de posibilidades. Y eso no se logra desde el esfuerzo de ser quien no soy. Lo trabajo desde la disciplina de auto-observarme y aceptar lo que hay, lo que soy en ese instante, lo que siento, las emociones, las sensaciones corporales, mis pensamientos. Intento que sea sin juicios.
Habrá quien me vea y me juzgue. Como si antes fuera mejor persona. Como si me hubiera rendido. Como si la pereza me impidiera el esfuerzo por mejorar. Y mi espiritualidad requiere en cambio valor. Valor de mirar “los monstruos” que llevo dentro. Valor de hacerme responsable de mis emociones, pensamientos y acciones en lugar de buscar culpables afuera. Valor de entregarle al otro lo que es suyo y no cargar con la responsabilidad de sus emociones (incluyendo sus miedos). Valor de poner límites. Valor de expresar mis necesidades. Valor de ver a quien no piensa como yo como ser humano y aún así defender mi visión. Esto último, defender mi visión sin juzgar duramente al otro, me cuesta mucho, en especial con quienes son más cercanos.
Mi espiritualidad implica reconocerme en Dios. Si Dios fuera el cuerpo humano, quizás nosotros seríamos sólo una célula. Intento ser una célula que promueve el equilibrio el organismo. Un grupo de células que promueven el crecimiento por el crecimiento probablemente se conviertan en un cáncer, causando desequilibrio al sistema. En contraposición con la jerarquía, mi relación con Dios es de holarquía.
Y esa es mi espiritualidad. Son conceptos en desarrollo. Es un proceso en construcción. Quizás en 10 años sea otra, quizás atea, quizás mística. Quizás siga siendo un extraño punto intermedio en esa polaridad. El tiempo y mi desarrollo espiritual lo dirán.
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