Nota de contenido: Mención de insultos capacitistas, racistas, machistas, homófobicos.
Opresión y activismo son palabras que suelo evitar porque me hacen mucho ruido. Y ese ruido viene del pensamiento que hablar con estas palabras es jugar el juego del gato y el ratón, del perro de arriba y el perro de abajo.
Es jugar el juego de víctimas y villanos.
El problema es que sí veo los juegos de poder –en mí y en otras personas–. Y no nombrarlos hoy creo que los perpetúa en lugar de debilitarlos.
No nombrarlos no facilita el darme cuenta de ellos o que otros los hagan conscientes.
No nombrarlos o imaginar que no existen es meter los juegos de poder bajo la alfombra.
Es negarlos, y lo que he negado en mí suele salir haciendo daño porque es una forma de represión (y ya sabemos qué pasa cuando una represa se rompe).
Ayer me llegó nuevamente el mensaje de que no me deje dominar por el juego al gato y al ratón. Y hoy me di cuenta que para dejar de jugar el juego tengo que darme cuenta que lo estoy jugando.
Reconocer el juego del gato y el ratón me evita la negación de que existen gatos, ratones y juegos de poder entre ellos. Nombrar el juego me ayuda a ELEGIR dejar de jugarlo. No me hace víctima, no me hace villano. Me hace consciente del juego, me hace consciente de que es un juego macabro, inocuo, útil, inútil, etc. Puedo elegir jugarlo o no y eso me ayuda a trascenderlo.
Existen patriarcados y muchos otros juegos de poder jerárquicos. Existen las opresiones y podemos reconocerlas y luchar contra ellas y eso algunas veces o es inútil o les da más poder del que les quita. Darles nombres y evidenciar sus mecanismos no me hace su víctima.
Yo hoy no necesito indignarme y luchar… Y, en cambio, sí necesito nombrarlas.
Tengo alternativas y otras herramientas a la lucha. Para luchar necesito creer que las jerarquías me quitan algo como persona, me restan un valor intrínseco. Para luchar necesito creer que sin lucha no tengo poder, que algo me falta, que soy escasa. Y elijo no creerlo hoy, no elijo luchar hoy. Elijo nombrar y soltar.
Hoy mi activismo es nombrar: Evidenciar lo oculto para que otras personas puedan elegir si juegan o no.
Mi activismo es construir mecanismos para capacitar, para habilitar, para facilitar. Yo muestro lo que veo. Yo exploro alternativas y oportunidades en que podamos ya sea evitar la injusticia social o trascenderla para mí y para otros –sin dividir al mundo en los buenos y los malos–.
Yo expreso mis dificultades y mis dolores. No como queja ni porque crea que la los demás me ataquen, sino para que otros puedan elegir consientemente si apoyan al sistema en alguna de sus formas de opresión, como es creer que hay jerarquías de personas.
Hablo de machismos. Porque nombro los mecanismos sociales que hacen de la mujer un objeto tantas veces propiedad de alguien más. Los mecanismos sociales que invisibilizan el esfuerzo extra que tantas veces tenemos que hacer para ser tratadas con dignidad. Hablo de los esfuerzos extra que he tenido que hacer por ser mujer para que mis ideas sean tenidas en cuenta, para que mis deseos profundos y los límites qué necesito no sean desestimados como “necedades de mujercita”. Porque aún hoy al pedir consentimiento o poner los límites que necesito en un momento dado me tachan de feminazi. Porque hoy si una mujer es abusada o asesinada no falta quien diga que se buscó la violencia ejercida contra ella.
El capacitismo no es un invento, no es una excusa. Existe la discriminación hacia la discapacidad. La vida de los discapacitados vale menos para gran parte de la sociedad. Por eso las tantas veces absurdas sentencias a los padres que asesinan a sus hijos discapacitados. Por eso son legales o socialmente aceptables tantas “terapias” abusivas. Por eso hay activistas por «curas» que nos silencian a diario. Hoy si alguien quiere insultar a otro demasiadas veces usa una discapacidad para hacerlo.
Existe la homofobia. Existe el racismo. Me duelen aunque en estas áreas tengo privilegio en mi país. Trato de ser traidora a mi privilegio usando mi privilegio para que para otros sea visible la opresión.
Aún leo y oigo varias veces al día que se insulta a otros identificándolos con características de una comunidad discriminada.
Dicen para insultar:
- – Pareces una nena
- – No seas m*rica
- – Tan idi*ta/retr*sado
- – ¡Pero qué ind*o!
- – Su comportamiento es autista/ bipolar/ esquizofrénico
La opresión existe porque no todas las personas tienen en la práctica los mismos derechos y oportunidades. Porque las ideas no son recibidas de la misma manera si provienen de una comunidad discriminada.
Y puedo denunciar la opresión sin ponerme en lugar de víctima.
Puedo denunciar actitudes discriminatorias hacia mí.
Pedir respeto cuando yo o mi comunidad somos tratados, no como seres humanos, sino como cosas, insultos o chistes no es ser necia ni quisquillosa.
Es visibilizar una situación cultural o social que hace daño y pasa desapercibida para ti por tus privilegios. Y a veces ni siquiera son privilegios reales. A veces sin serlo pasamos por no discapacitados, por heterosexuales, por blancos, sin serlo. Lo “logramos”, haciendo grandes esfuerzos por enmascarar, pasar, etc para que no se nos reconozca como “menos”.
Si, soy activista en mis términos. Sé que tu discriminación y la mía propia no es por lo general consciente ni con el objetivo de causar daño. Al mostrarte que discriminas no te estoy diciendo que eres el villano, o que estás contra mí, estoy haciendo visibles mecanismos de opresión que hoy no ves.

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