En esta sociedad es una creencia común la frase «la intención es lo que vale». Y por ello hay muchas personas que creen que si la intención es buena no se está haciendo daño. Lamentablemente eso no es cierto.
Estoy convencida que la gran mayoría de personas tienen buenas intenciones. Esto incluye a quienes crían con el maltrato, a terapeutas conductistas, a quienes desde una posición de poder o privilegio toman decisiones por quienes no los tienen, sin siquiera tener en cuenta su perspectiva. Creo que muchos de los grandes genocidios se cometieron desde unas buenas intenciones.
Sé que las intenciones de la mayoría son buenas. Eso no hace sus actitudes buenas.
Y si, puede que las actitudes sean por ignorancia. Por ejemplo que muchas personas crean que una «palmada a tiempo» es la única manera de criar seres humanos responsables, aunque décadas de estudios digan lo contrario. La discriminación es otra forma de ignorancia que también puede darse por que alguna autoridad, por ejemplo religiosa, la promueve. Estas autoridades seguramente tienen buenas intenciones y sólo buscan una sociedad mejor a través de su lo que consideran moral.
Y no, no son suficientes las buenas intenciones. Si alguien te dice que tu actitud hace daño podrías parar a revisar tus privilegios o aprender un poco del tema antes de justificarte diciendo que lo importante es que tu intención no era causar daño.
Hablar es una acción. Incluso creo que el lenguaje crea realidades. El lenguaje no es un tema decorativo o sólo de forma, es parte de lo que nos hace humanos. El lenguaje puede discriminar y hacer daño, aún si no es nuestra intención. El lenguaje objetiviza a algunas personas con chistes o con insultos que se hacen comparando al insultado con un grupo de supuesta «menor valía». Desde ese uso del lenguaje se reafirma que la feminidad, un coeficiente intelectual bajo, otras neurodivergencias, la orientación sexual, la identidad de género, la expresión de género y muchas otras diferencias son algo que es mejor no tener o ser, algo tan menospreciable que puede ser usado para que alguien se sienta menos digno de ser humano. Hay muchas más formas de lenguaje que discriminan y sí, puede ser difícil cambiar nuestro lenguaje para incluir y respetar a todas las personas.
El lenguaje inclusivo no es una moda. No se usa por lujo o para sentirse especiales. No somos personas quisquillosas buscando quejarnos por superficialidades. Somos personas que estamos observando, evidenciando o tratando de cambiar estructuras sociales profundamente enraizadas que nos afectan o a quienes son personas discriminadas por razones distintas a las nuestras. Tampoco tratamos de obligar a nadie a adoptar nuestra manera de ver el mundo. No estamos obligando a adoptar un lenguaje inclusivo, al menos no en mi caso. Se trata de escuchar a quien lo necesita. Se trata de incluir, de intentar ser interseccional, de reconocer que hay personas que comúnmente son consideradas de menor valor social que tienen todo el derecho de ser visibilizadas, reconocidas en su completa humanidad, sin los estereotipos que suelen acompañarles.
Es fácil decir no estar de acuerdo, y justificarse de alguna manera, ya sea la tradición, la religión, la RAE, la intención, en lo que sea. Quizás yo muchas veces discrimino desde mis propios privilegios, busco hacerlo menos. Fui criada en una sociedad discriminadora de aquello que se sale de la normalidad y no es fácil cambiar mis costumbres, lo intento. Y, por lo vivido desde mi neurodivergencia, procuro cada vez más si alguien me dice que le duele algo que hago o digo, no minimizarle o ignorarle , sino escuchar de qué manera le duele, y buscar maneras a mi alcance para entender su posición y ver si hay algo que pueda cambiar para minimizar ese dolor. Y no, eso no significa cargar con el dolor de otras personas o de su responsabilidad. Significa escuchar el dolor. A veces eso y nada más es lo que se necesita.
[Descripción de la imagen: fondo negro con nube de palabras en cursiva con distintas orientaciones formando un círculo, entre las palabras de la nube se destacan “buenas” en color violeta e “intenciones” en color celeste]
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