Con frecuencia me dicen: Pero si a mí me obligaban a hacer cosas que no quería y “estoy bien”, ¿por qué exigirles menos a Autistas?
Así como hay más de cinco décadas de estudios en contra el castigo corporal como forma de crianza y aún los padres siguen justificándolas porque dicen que “a mi me lo hicieron, las merecía y ‘estoy bien’”, la ciencia ha ido mucho más allá del conductismo con respecto a cómo se desarrollan y aprenden los seres humanos.
También se va aprendiendo de autismo y de las barreras sensoriales, de función ejecutiva, de planeación motriz y de comunicación que tenemos las personas autistas y cómo levantar estas barreras es lo más útil y respetuoso para una persona que las viva (sea autista o no).
Hoy socialmente hablamos de acceso y de derribar barreras como la manera más humana de brindar justicia social a la comunidad disca. Tenemos como contrato social que asegure esto una Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad.
Y esto es porque hacia quienes la sociedad levanta barreras de acceso ya nos están exigiendo mucho más que quien no vive esas barreras. Lo que pasa es que ese esfuerzo no lo notan. Porque la sociedad ya brinda acceso automático a quien experimenta el mundo desde el privilegio de la neuronorma.
Y considero que en particular a las personas como autistas y neurodivergentes de otras maneras que la crianza y la educación autoritarias se convierten también en barreras de acceso. Por ejemplo hacen más difícil la participación social, el aprendizaje de habilidades, la identificación de otras barreras, y más.
Sinceramente no entiendo a las personas que desde su experiencia anecdótica juzgan otras formas de criar y de educar con poca, si es que alguna, evidencia más allá de un “a mí me lo hicieron y estoy ‘bien'”.
Antes de saber de nuestro autismo yo ya cuestionaba (incluso en este blog) el conductismo como forma de crianza, porque a mí como autista no hay nada que me aleje más de el hacer una tarea y hacerla bien que una obligatoriedad no fundamentada más que porque una autoridad lo exige.
Necesito entender que es más que un capricho de la autoridad de turno y me cuesta reconocer la autoridad en quien no tiene más que su discurso de fuerza para imponerla, peor aún si es violento.
No estoy diciendo que todas las personas autistas sean así, pero me es curiosa la correlación de que tantas de las madres que crían con respeto y cuestionándose las crianzas tradicionales después de algunos años descubren ser autistas.
Por eso mismo, necesito más que la experiencia anecdótica colectiva y necesito una definición más específica y objetiva de “estar bien” para decidir repetir fórmulas de crianza y educación.
No me sirven los “todo el mundo lo hace así”. Me cuestiono las violencias de la sociedad, observo a la sociedad desde perspectivas críticas y, si no me gusta lo que observo, ¿por qué voy a repetir sus métodos?
Los seres humanos aprenden del juego, quizás más que de las clases formales, se cree que así nos desarrollamos como especie. Las tareas, si no se proponen como tareas sino como actividades comunitarias, van a tener menos resistencia.
He descubierto que la pereza no existe sino barreras invisibles (hay un artículo de esto en Traduciendo Autistas). Los cambios de humor son humanos y tenemos la capacidad de tener varias emociones en simultáneo hasta que una requiere expresarse más que la otra, y las mal llamadas pataletas SIEMPRE tienen detrás necesidades no atendidas (y el caramelo en la caja del supermercado es la gota que rebasa, pero el fondo es más profundo).
Me dicen: Pero con tus creencias estás negando terapias como ABA y CBT que son “basadas en evidencia”…
Me he esforzado en ir más allá de lo que “a mí me sirve” o de lo que yo creo a la hora de promover formas de trato hacia la infancia más respetuosas.
Con respecto a CBT tengo una mala experiencia pero no me he adentrado en el cómo miden su ciencia. No soy la única autista con mala experiencia y muchos más también recibieron luz de gas, pues nuestra percepción del mundo no es ni aceptada, ni comprendida y por tanto, desde los sesgos neurotípicos se cae en la imposición de experiencias vitales y sensoriales que no son compartidas. Y hay que tener esto en cuenta: ni siquiera la APA, que publica qué intervenciones son basadas en evidencia (con criterios bastante discutibles a nivel de autismo) y para qué (es incorrecto decir que una intervención es “basada en evidencia” a secas) considera CBT con evidencia para ayudar a personas autistas.
Con respecto a ABA sí la tengo, además de lo experimentado en terapia, la experiencia de haberme sentado muchísimas horas a revisar su supuesta evidencia, de la que tanto alardean. Tengo motivos para no confiar en ella porque veo sus limitaciones, sus conflictos de interés, su falta de conocimiento sobre desarrollo infantil, desarrollo humano, neurociencias y autismo, su falta de rigor científico, su deshumanización de las personas neurodivergentes, su ignorancia deliberada hacia a los maltratos (que incluyen descargas eléctricas como aversivo) que siguen ocurriendo como parte de su práctica.
Como madre de jóvenes, que fueron criados de formas más razonadas y estudiadas que un “a mí me criaron así y estoy bien” creo que ellos tienen más herramientas que yo para muchas cosas:
- No permiten muchos maltratos que yo permití hasta bastante entrada la adultez
- Saben reconocer muchas formas de manipulación y luz de gas
- No van a obedecer sin cuestionar, necesitan que les presenten argumentos
- A nivel de aprendizaje, cada uno a su manera, tiene aprendizajes muchos más profundos que los que les dan a nivel académico
- Si el tema o pedido está propuesto desde el respeto van a dar mucho más de lo exigido
No me arrepiento ni un poco de mi forma de criar. Con ella mis hijos son personas mucho más comprometidas y con una moral más firme ya que no necesitan ‘reforzamiento’ para hacer lo que consideran ético. Esto porque analizan cada situación con consecuencias mucho más generosas y humanas que el premio que la autoridad de turno les dará por su obediencia.
No podría asegurar que a Autistas se les exige menos por promover un trato respetuoso en entornos de crianza, terapéuticos y de educación. Creo que tradicionalmente se nos exige mucho más. Y la interpretación colectiva de que se nos exige menos puede estar fundamentada en prácticas de educación tradicional y conductista que contrario a lo que promueve su ideología, a la larga fomenta el mínimo esfuerzo moral e intelectual.
Como padres, terapeutas, o educadores el justificar el que no se brinde a las personas autistas herramientas de acceso, más que falta de exigencia a autistas refleja menos autoexigencia e intención de promover bienestar.

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