Aviso de contenido: abusos de profesionales de salud mental

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Imaginen cómo sería su salud mental si quien te ha abusado, violentado, manipulado, hecho luz de gas, atado, golpeado, drogado sin tu consentimiento, encerrado, electrocutado, etc. fuera tu profesional de salud mental de cabecera, a quien ves al menos una vez por semana, a veces tres, a veces cinco, a veces a diario…

Esta es la realidad de muchas personas neurodivergentes, al menos muchas de las que tienen un diagnóstico que está en el DSM.

Pero claro, estos (y obvio que son todos, pero si demasiados) profesionales de salud mental no saben o no reconocen que son abusadores pues sí, tienen la mejor de las intenciones, y en realidad creen que ayudan. Pero no, no ayudan. Porque:

• Nos deshumanizan o
• Nos creen a las personas neurodivergentes personas de menor categoría o
• Creen que el fin justifica los medios o
• No cuestionan y no se actualizan sobre lo aprendido en su carrera o
• Han normalizado los abusos de la misma manera que los padres que “disciplinan” con el castigo físico o
• Tratan con una condescendencia hasta infantil a sus pacientes o
• Valoran más la comodidad de la familia y entorno que el bienestar de su paciente o
• Naturalizan una jerarquía (imaginaria) que les pone como autoridad por encima de sus pacientes o
• No les interesan los derechos de sus pacientes o
• Creen en sus teorías, conceptos, dogmas, “evidencias”, (malas) interpretaciones de la ciencia, por encima de las palabras y experiencias de sus pacientes o
• No tienen formación específica o actualizada en la neurodivergencia que atienden o
• Creen que el bienestar o salud mental está en que su paciente aprenda a ocultar su malestar o
• Sobremedican o apoyan la sobremedicación (peor si es en la infancia o sin consentimiento) o
• Silencian a pacientes que han tenido malas experiencias con su corriente terapéutica asumiendo (sin profundizar detalles) una mala praxis puntual o
• Consideran las opiniones y perspectivas no patológicas “pseudociencia” o las usan como estrategia de mercadeo, acomodándolas según su conveniencia y malinformando sobre ellas o
• Creen que el bienestar o salud mental está en que su paciente aprenda a ocultar su neurodivergencia.

Y todo eso es maltrato.

Y lo hacen no desde el deseo de causar daño (por lo general), sino desde la ignorancia.

Ignorancia sumada a un ego profesional que no les permite contactar con su propia humanidad, de ver al otro como un ser humano a su mismo nivel, o incluso como sujeto de derechos.

Un ego profesional, que hace que cuando se les confronta con el HECHO de que su formación en neurodivergencia es insuficiente y con demasiada frecuencia desde perspectivas que dañan más de lo que ayudan, eligen atacar a quien a vivido los tan frecuentes maltratos anteriores antes de revisarse de manera individual y colectiva sobre sus prácticas.

Imagina que cuando hablas de las experiencias con tu abusador los miembros de “su gremio” te respondan:

• No generalices
• No todos somos así
• Es tu caso particular
• Haces daño evitando que otros accedan a la ayuda que damos con tu crítica
• Nuestra evidencia (de efectividad) está por encima de tu relato anecdótico (de maltrato)

Todo esto en lugar de indagar, de escuchar, de conocer, de cuestionar…

Todo esto en lugar de revisarse, de manera individual y colectivo sobre la posibilidad REAL de estar haciendo daño, de estar discriminando, de estar siendo capacitistas…

¿De verdad es tan difícil de entender por qué dichas respuestas no son útiles y hacen daño?

Y es que demasiadas veces, parece mayor el interés en justificarse, escudarse, defenderse, o incluso ser cómplices del abuso, antes de aprender lo que necesitan, sin los sesgos creados desde sus interpretaciones tantas veces desapegadas de nuestra realidad, aquellos que cada día atienden.