No me considero una persona inflexible, creo que tiendo a acomodarme al entorno con cierta facilidad.
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Esto en parte es por mi histórica aversión al conflicto y en parte por mi profundo deseo de ser aceptada y apreciada.
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Pero también veo ciertos patrones, patrones en como YO respondo con molestia a acciones que poco entiendo en los demás.
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En estos días pasó algo y noté lo mucho que me incomoda que las personas usen un texto mío para dar su opinión sobre algo solo tangencialmente relacionado con lo que escribí. Y luego me aparece un recuerdo de años anteriores en que también estaba molesta por los comentarios casi no relacionados con mi publicación.
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Y esto se complica porque cuando pido mantenernos en el tema me juzgan de “querer tener la razón” y no es así. Mi molestia no es porque me den la razón. Suele ser porque asumen DE MIS PALABRAS conceptos que no corresponden a mi senti-pensar.
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También está aún viva mi percepción de no poder transmitir claramente lo que pienso, porque observo que mis palabras se malinterpretan con frecuencia. Y eso me lleva a suponer que si están llegando a conclusiones equivocadas es quizás que no me sé expresar bien. Y de ahí que para bien o para mal mis textos estén llenos de metáforas. Y aún con ellas parece que siguen sin entenderse.
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Pero hoy percibo por primera vez que una de mis dificultades en la comunicación puede ser algo cercano a la rigidez.
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Me es muy difícil cuando considero que el tema principal de la publicación es uno específico que los comentarios “se vayan por las ramas”.
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¿Y CUÁLES SON “LAS RAMAS” MÁS FRECUENTES O QUE MÁS ME INCOMODAN?
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– Que me respondan con una corrección sobre la manera en que me identifico o alguien se identifica (tipo “no se dice disca, se dice persona con discapacidad“, o tipo “el lenguaje neutro daña nuestro idioma”)
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– Que me respondan tratando de llevar la conversación a un tema de debate social candente relacionado solo tangencialmente con el texto (como asumir del texto una postura con respecto a elecciones de presidente, temas de vacunas o de curas para el autismo, entre muchos otros)
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– Que me hagan vigilancia de tono (“es que si lo dijeras de forma más amable…”)
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– Que me respondan “y eso qué tiene que ver con autismo” o “eso nos pasa a todos, no sé relaciona con el autismo” (en mi vida todo tiene que ver con autismo’, atraviesa la mayor parte de aspectos de mi vida… Y también tengo derecho a no hablar de autismo en mis espacios)
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– Que me amenacen con dejarme de seguir (como si midiera mi valor por cuánta gente me sigue… pueden irse en silencio y cerrando la puerta al salir)
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– Que me increpen que me contradigo porque hace 10 años dije o hice X cosa. (Tengo derecho a cambiar y además me defino como alguien que reconoce abiertamente sus contradicciones y además decide no cambiarlas desde el esfuerzo, pues necesita observar el “para qué” de cada aspecto de mí, aspectos que se complementan, que me integran, para ampliar mis posibilidades de SER)
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– Asumir que conocen mejor que yo mis intenciones (“no mientas, seguro que lo escribiste por tal motivo”)
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– Elogios (nunca sé cómo recibirlos)
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¿QUÉ “RAMAS” NO ME INCOMODAN?
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– Que me corrijan sobre discriminaciones o faltas de accesibilidad en las que caigo
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– Que me digan que en algo (más allá de la forma) me equivoco y me lo sustenten bien
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– Que me muestren perspectivas profundas (no de forma), relacionadas con el tema central y que no he tenido en cuenta en mi escrito.
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EL CAMINO…
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Una metáfora que encuentro para describir esto es que voy por un camino agreste. Voy disfrutando la aventura, la novedad, la naturaleza. Quizás no sé claramente a dónde voy, pero sé que no quiero ir a ciertos lugares que conozco y no me gustan. Y entre la aventura, el paisaje, y la buena compañía quiero adentrarme más y más a lo desconocido.
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En ciertos puntos de cruce de caminos me encuentro con nuevas personas, algunos me hablan de lugares en mi dirección, nuevas aventuras o estrategias para disfrutar más el camino. Y eso me encanta.
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Pero hay otros que AFIRMAN “tú vas a tal parte, seguro que quieres comprar mangos, tienes que tomar el camino pavimentado en la dirección opuesta a la que vas”. Y justo ese “tal parte” es de los lugares turísticos trillados, incómodos y hasta violentos que ya conozco y que no me gustan.
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¿Por qué aseguran que saben a dónde voy? ¿Por qué asumen que saben lo que yo quiero? ¿Por qué insisten que regrese a la dirección de dónde vengo?
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NO ENTIENDO…
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No entiendo, por más que me esfuerzo, no lo entiendo. Serán las diferencias en teoría de la mente, será que no tienen comprensión lectora, será que se expresan por expresarse, será que quieren aportar y solo desde ahí pueden… No lo sé…
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Entiendo que detrás hay por lo general “buenas intenciones“… intenciones que me generan una mayor carga mental… intenciones que me dificultan aún más las relaciones…
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Lo que sé es que para mí NO ES ACCESIBLE dejar mi camino mental y adaptarme a otro que EN ESE MOMENTO no percibo ni relacionado, ni agradable, ni útil, ni necesario… solo “para hacer conversación”
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Y es que la cháchara (no sé si hay mejor traducción para smalltalk) es para mí una barrera a la comunicación. Ese “hacer conversación”, que intuyo hacen desde el querer “incluir” o desde el querer “ser amables”, termina siendo solo una falla más de su Teoría de la Mente hacia Autistas.

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