Aviso de contenido: violencia sistémica a neurodivergentes y descripción de maltratos institucionales
Nota: Estoy muy molesta y borraré toda acusación de generalización o “no todos” que se haga con respecto a esta publicación. Quienes más alardean de aliados suelen caer consistentemente en mucho de lo que hoy me duele.
Mejor exijan a sus colegas a ser profesionales y aliados más éticos, en lugar de tratar de convencerme a mí que ustedes y sus colegas (o profesionales de confianza) son los perfectos anticapacitistas.
Nota 2: Considero esto que denuncio situaciones estructurales. Si alguien se siente reflejado o aludido personalmente, que se revise. De cada actitud que denuncio he observado múltiples ocurrencias. Allá ustedes si se confiesan como culpables.
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Cuando se habla de neurodiversidad se ha vuelto muy frecuente que se citen como “autoridades” en el tema, precisamente a quienes son nuestros más frecuentes opresores:
- profesionales de salud mental,
- terapeutas de varias ramas,
- médicos —incluyendo psiquiatras, neurólogos y pediatras—,
- y obviamente: analistas de conducta (que, por si no lo saben, no necesariamente pertenecen a las categorías anteriores)
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Y sí, son nuestros opresores históricos Y ACTUALES, quienes con contadas excepciones ni siquiera están entendiendo nuestras neurodivergencias, no están trabajando por levantar las barreras que experimentamos y demasiados aún están usando ampliamente métodos como:
- contención física
- contención farmacológica
- reclusión en aislamiento
- maltrato físico
- descargas eléctricas como aversivo
- terapias de modificación de conducta
- luz de gas (en forma de terapias tipo TCC)
- insistencia en que nos adaptemos a la neuronorma a cualquier costo
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¿Qué está pasando?
Desde estas disciplinas, por un lado, se están malinterpretando y/o tergiversando los conceptos y las definiciones de los neologismos generados desde el contexto del Movimiento de la Neurodiversidad, un movimiento de lucha anticapacitista. Una lucha que lleva al menos unos treinta años.
Por otra parte, lo que está ocurriendo es lo que Kerima Çevik ha nombrado como un borrado de autistas mediante el capacitismo estructural.
Es por eso que me afecta y me importa tanto que cambien las definiciones de lo que es y lo que no es Neurodiversidad.
Es por eso que desde hace más de seis años escribo, traduzco y hablo tanto de lo que es como de lo que no es Neurodiversidad.
Lo que encuentro día a día NO son simples errores, olvidos o ignorancia:
Hay un borrado sistemático de mi comunidad y de décadas de nuestro trabajo cuando se reducen nuestros términos —que tienen una importante intencionalidad y contexto— a:
- una reformulación de los términos del paradigma médico a unos con mejor “marketing” o;
- a una versión más cómoda, estética, diluida, ligera de lo que es nuestra lucha por la justicia social de la población neurodivergente o;
- al argumento de hombre de paja de moda para desprestigiarnos
Como una persona que lleva más de una década profundizando en temas de autismo y neurodivergencia, que los revisa a diario, que lee continuamente textos fundacionales y de cuestionamiento como comunidad, que ha generado mucho contenido, que ha dado charlas y conversatorios sobre el tema a diversas organizaciones, ya no creo que sea casual que cuando, para definir qué es y qué no es la neurodiversidad, se cite precisamente a nuestros opresores.
Ya no se merecen que pase por alto lo que hacen. Ya no me puedo limitar a confiar en que sus intenciones eran buenas.
Hoy sospecho que hay una intencionalidad en nuestro borrado que va más allá de la ignorancia, los olvidos, el privilegio académico y los capacitismos más “básicos”.
Repito, lo que observo es lo que Kerima Çevik ha llamado Capacitismo Estructural.
- Hoy hay decenas, quizás cientos, de profesionales (algunos de ellos con alta presencia en redes sociales) que están tomando conceptos, ideas y palabras de la Comunidad Autista y presentándolos como propios sin dar crédito alguno.
- Hoy cuando se busca la palabra “neurodiversidad” se van a encontrar miles de definiciones que NO SON las que se han construido para y desde nuestra lucha de justicia social.
- Hoy se encuentran miles de personas debatiendo qué es “neurodivergencia” entre ellas, lo que incluye y lo que no (cosa que de plano ya va en contra de lo que propone la palabra) sin citar nuestros textos y contenidos.
- Hoy, para hablar de los términos alrededor de la neurodiversidad, se cita a un montón de “vacas sagradas” neurotípicas y se deja por fuera a las personas, el contexto y a la lucha de justicia social de donde nace la palabra.
- Hoy me dijeron que “neurodivergente” es un término del que no hay registro de quien lo acuñó, borrando a Kassiane Asasumasu y sus importantes aportes al Movimiento de la Neurodiversidad.
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¿Qué hay de malo en debatir entre profesionales los términos asociados con la neurodiversidad?
Simplemente, nuestros términos no les pertenecen y, al hacerlo, están hablando de nosotros sin nosotros.
¡El paradigma de la neurodiversidad propone un cambio de paradigma que contrarreste el paradigma de la patología!
Pero quienes aún adhieren firmemente al paradigma de la patología están apropiándose de y resignificando libremente nuestros contenidos en lugar de revisarse, conocernos, entender el para qué de nuestra lucha, nuestros contenidos y nuestros neologismos.
Hacen homologaciones y traducciones de su paradigma al nuestro, diciendo cosas como que la neurodivergencia incluye los “trastornos” del desarrollo, pero no los “trastornos” del ánimo. Cosas que, de plano, son totalmente incompatibles con el paradigma de la neurodiversidad.
Usan nuestras palabras como si fueran cambios estéticos en lugar de hacer el cambio de paradigma que tanto necesitamos.
Alardean de que son nuestros aliados, que trabajan por nuestro bienestar, que amplían nuestras voces para que lleguen a un público más amplio (aunque “casualmente” se “olvidan” de citarnos). ¡Pero no es verdad!
Simplemente, nos usan para su beneficio, para su crecimiento profesional y económico, para su nombre en importantes publicaciones académicas, y al hacerlo nos asumen como poco más que los objetos.
Nos tokenizan.
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¿Cómo nos tokenizan?
Demasiados “profesionales” usan nuestro trabajo para su beneficio sin darnos el crédito y menos aún retribución económica. Algunos usan nuestros contenidos mientras critican que tengamos una plataforma de donaciones —porque claro (/sarcasmo), consideran que nuestro trabajo en temas de justicia social, siendo una comunidad vulnerada y con poco acceso al trabajo, debe ser desde el hambre y el sacrificio— Pero sí consideran normal y ético el recibir ellos, los que tienen el privilegio sistémico, retribución por el uso de nuestro trabajo.
Nos usan como herramienta de mercadeo —unos haciéndose pasar por aliados desde sus perspectivas superficiales que no contemplan en realidad nuestra lucha por justicia social, y otros desde el rechazo a una versión de nosotros que ellos mismos inventan y que venden como “peligrosa” (a diferencia de los productos “naturales” para el autismo que venden): nos usan como el enemigo a combatir—
Cuando las ideas de nuestros movimientos de justicia social se les vuelven incómodas a quienes que por ser “profesionales” (o ejercer como tales, algunos ni eso son) les es fácil hacer unos no tan pequeños ajustes a nuestros contenidos para insinuar que nuestros movimientos se ajustan a su discurso… o simplemente nos borran… Pues son ellos quienes tienen privilegio.
Y claro, los profesionales en estos temas tienen, además de la credibilidad de familias y colegas, un desbalance de poder que les favorece. Desde ahí es fácil borrarnos, invisibilizarnos, tergiversar nuestras palabras… Al fin y al cabo, solo somos “los otros”, los que pueden promover como “los locos”, “los transtornados”, “los intestables”, “los difíciles” o algún eufemismo para decir lo mismo sin que se les note el capacitismo…
En realidad para muchos de ellos seguimos siendo los que, si nos esconden, su faltamos o dejamos de existir, sería lo mejor para la sociedad. Indirectamente promueven nuestro genocidio, y aun así, alardean de “aliados”.
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